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domingo, 4 de julio de 2010

Hombre y cobaya comparten la casa.

¿Hombre y cobaya juntos, en la misma casa?
Las cobayas comparten las casas con los peruanos, y aunque en ocasiones son sacrificadas, se les respeta por ser pronosticadoras del clima

¿Hombre y cobaya juntos, en la misma casa?

Los primeros europeos en entrar en las casas de los incas seguramente se sintieron sorprendidos al ver a unos roedores peludos de color castaño corriendo entre los pies de los ocupantes del lugar o hacinándose cerca del fuego de las cocinas. Las cobayas –o conejillos de Índias– no sólo eran toleradas, sino que también se utilizaban como animales de compañía y como fuente de alimento.

Las cobayas todavía comparten las casas con los peruanos, que los llaman "cuyos", y aunque en ocasiones son sacrificadas para la mesa, se les respeta por su reputación de ser pronosticadoras del clima. También se dice que tienen la habilidad de ahuyentar las tormentas eléctricas con sus chillidos. Hay miembros de la familia de las cobayas que han colonizado pastizales, desiertos y regiones rocosas de América del Sur, pero la cobaya es la única especie que prefirió vivir con el hombre.

Quizás, como el ratón doméstico, la cobaya fue atraída por la comida que había en los graneros. Después, el hombre la estimuló para que se quedara, cuando descubrió que su carne era deliciosa y que el animal se reproducía rápidamente.

Un lugar seguro para comer pasto

Uno de los primeros encuentros del hombre con las ovejas ocurrió probablemente en el Medio Oriente, cuando los campesinos sacaron a un grupo de argalíes (ovejas salvajes) de sus tierras de cultivo. Después, alguien pensó en la posibilidad de domesticar a las ovejas y tener un suministro constante de carne. Así, hace unos 10,000 años, aparecieron los primeros pastores.

Las ovejas fueron domesticadas con facilidad. Los pastores les dieron buena comida y las protegieron de los depredadores. Aunque el estar confinadas en un solo lugar era algo extraño a la naturaleza de los animales, se adaptaron muy bien a su nueva vida debido a que su instinto natural es seguir a un líder.

En algunas regiones de Europa existía la costumbre de entrenar un carnero castrado para que guiara al rebaño. Los miembros de los primeros hatos fueron seleccionados por su docilidad y apreciados por su carne y su piel; después, por la leche y la lana. Sin embargo, poco a poco las ovejas fueron criadas esencialmente por la calidad de la lana. En algunas regiones del mundo, se criaban ovejas para producir lana de alta calidad, que constituyó la base de la industria textil medieval.

En libertad, un rebaño de ovejas se dispersa, por naturaleza, cuando sufre una amenaza o un ataque. Este instinto ha desaparecido en la mayoría de los rebaños actuales, ya domesticados.


Secretos del mundo animal

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